Cómo Liberarse De Sus Frenos – 7 de 27

(7 de 27) COMO LIBERARSE DE SUS FRENOS

por Brian Tracy | ElSeminarioFenix.com

Cómo desbloquear los frenos – Módulo 7

Cuando hace años empecé a estudiar las emociones negativas, el punto más importante que descubrí fue que no podemos progresar hacia la salud, la felicidad, el amor y el desarrollo pleno de la potencialidad propia, mientras insistamos en conservar intactas nuestras emociones negativas.

Ahora bien, lo único bueno de las emociones negativas (si es que algo bueno tienen) es que no son permanentes. Incluso, según Freud: “no existe un lugar permanente en el subconsciente para las emociones negativas”. En otras palabras, son visitantes indeseados, son hábitos negativos o modelos de reacciones negativas que se pueden eliminar y el punto de partida para eliminarlas consiste en comprender de dónde proceden. Comprender, retrocediendo a nuestra infancia, los factores que las causaron, que han impulsado el desarrollo de emociones negativas y nos han hecho de adultos propensos a ser negativos en un sentido o en otro.

Esto nos lleva al condicionamiento durante la primera infancia. Recuerden que ya hemos dicho que el punto de partida para los modelos de comportamiento negativo, tanto represivo como compulsivo, es “la crítica destructiva”. La crítica destructiva destruye a las personas en su interior, aunque en el exterior continúen moviéndose. Más personalidades han sido minadas y destruidas, más amor propio se ha abandonado de resultas de la crítica destructiva, que de cualquier otra cosa que podamos imaginar.

La crítica destructiva, es el enemigo número uno. ¿Por qué es tan mala? Sabemos que en la primera infancia y según van creciendo, los niños tienen una enorme necesidad de cariño y de aprobación de los padres. De hecho, muchos psiquiatras y psicólogos han dicho que la primera causa de las enfermedades mentales en los adultos es la negación o represión del cariño.

Sabemos que cualquier persona prestigiosa, una persona importante para un niño, produce un gran efecto sobre ese niño y hasta los 6 años los niños tienen poca capacidad para distinguir entre la crítica válida y la que no lo es. Lo que esto significa, es que cualquier cosa que un padre o un hermano mayor o un pariente, cualquier cosa que una persona prestigiosa o importante le diga a un niño el la da por buena, la acepta como una representación válida de la realidad. Si una madre le dice que es un niño malo, o un padre le dice que es perezoso. Si alguien dice que no es de fiar, si alguien le dice que es tonto o torpe o feo, el niño no tiene capacidad para discriminar entre lo que es válido y lo que no lo es. Ese niño lo acepta como una representación verdadera de la realidad, este comentario se desvía para evitar la mente consciente, penetra en el subconsciente y allí se almacena.

Muchos de nosotros, de adultos, seguimos viviendo sobre la base de la información negativa con la que nos programaron de niños. Luego de adultos, ¿Qué decimos? Pues decimos: “yo soy así” o “siempre he sido así”. Algunos dirán: “es de familia, tu padre era así, los niños son así, tu era así madre”, etcétera. ¿De dónde ha venido? Ninguna de estas cosas son de familia.

Por ejemplo; durante mi infancia, mis padres habían vivido la depresión que les había afectado enormemente. Así que, cuando hablábamos de comprar algo cuando yo era pequeño, mis padres se ponían muy nerviosos y decían: “no podemos comprarlo es muy caro”. “No podemos comprarlo”. Tuvieron esa mentalidad de escasez, esta mentalidad de que todo era muy caro, todas sus vidas y yo me crié de manera que aunque nunca había vivido la depresión y ustedes tampoco la han vivido, en muchos casos 10, 20, 30, 40 años después, seguimos diciendo: “es muy caro, es muy caro, no puedo comprarlo”. Seguimos basándonos en estos comentarios críticos, estos comentarios mediatizados por la emoción que hacían nuestros padres. Quizás sus padres que decían cómo lo hacía el mío una y otra vez: “nunca acabas lo que empiezas, nunca acabas lo que empiezas”.

Saben, cuando yo llegué a ser un adulto, me costaba muchísimo acabar lo que empezaba. Según me aproximaba al final de la tarea, empezaba a buscar cualquier excusa para alargar y retrasar su fin.

Ahora bien, el segundo factor que nos predispone para las emociones negativas es, la ausencia de amor. Sabemos que las personalidades de los niños se desarrollan en la medida en que reciben amor de calidad y en gran cantidad de sus padres. Existe una proporción directa entre la cantidad de amor, la calidad de amor y la salud de la personalidad. Ese amor rechazado o la privación de amor, es la causa clave de la desdicha, la negatividad y la enfermedad mental en la edad adulta.

Ahora bien, si un niño se ha de sentir verdaderamente amado, el niño tiene que tener padres con unos conceptos elevados y la mayoría de nosotros desgraciadamente tuvimos padres que fueron las víctimas de sus padres; que a su vez, lo fueron de los suyos. Lo que dice un escritor: “todos somos la víctima de una víctima. Todos somos víctimas de víctimas.”

La intención de nuestros padres era criarnos lo mejor que podían; pero, ellos mismos eran víctimas de víctimas.

Ahora bien, para que un niño se sienta realmente amado han de existir tres condiciones:

La primera es: los padres se han de querer a sí mismos. Quererse a sí mismos; recuerden, nunca se puede querer a los demás más de lo que uno se quiere a sí mismo. Si uno no se quiere a sí mismo no puede querer a sus hijos. Si tiene un poco de amor por sí mismo, tiene que repartir esa misma cantidad entre sus hijos. Si se quiere a sí mismo un poco y el equivalente a todo ese afecto lo acapara su marido, o su mujer, entonces a veces sucede que aunque quiera amar a sus hijos, no tiene amor que darles. Sus padres querían quererle y en muchos casos no tenían amor que dar, porque nunca lo recibieron mientras ellos mismos crecían.

El segundo requisito es: los padres se tienen que querer el uno al otro. Para que un niño crezca con confianza, crezca sintiéndose amado y seguro y protegido, tiene que crecer en un entorno donde los padres se quieran entre sí. No hay nada más aterrador para un niño que crecer en una familia donde los padres se pelean continuamente, donde los padres no se quieren, donde hay dificultades. Porque el niño es quien en primer lugar tiende a ser la víctima; en el sentido de que al niño se le suele reunir y gritar y el niño cree que sus papás se están peleando por su culpa.

Un interesante hallazgo de la investigación, dado que hay tantos matrimonios separados hoy en día, es que cuando uno de los padres se marchan de resultas de una separación o un divorcio, el niño o los niños que se quedan con el otro, siempre están convencidos que el padre o la madre que se marchó lo hizo por algo que hizo el niño y es enormemente importante si un matrimonio o una relación se va a terminar y un miembro de la pareja se va a marchar que el que quede repita sin parar a los niños que el motivo de que la relación no funcionara no tiene nada que ver con ellos, que solamente tienen que ver papá y mamá, que nada tiene que ver con el niño. El niño tiene que oírlo muchas, muchas veces antes de sentirse confiado y seguro. Y naturalmente, siempre es mejor que un niño crezca con un padre o una madre que le quiere y no con dos padres que no se quieren el uno al otro.

La tercera condición que se ha de cumplir para que no se produzca la ausencia de amor, es que los padres quieran al niño. Los padres, tienen que querer al niño; esto parece bastante evidente (y yo creo bastante lógico). Sin embargo, el hecho es –y esto es lo más difícil que nosotros en tanto que adultos podemos pensar, es posible que nuestros padres no nos quisieran. No que no fuera su intención; querían querernos, deseaban querernos y nos tuvieron con la intención de querernos, etcétera. Pero, sencillamente, puesto que tenían conflictos entre sí y problemas sin resolver con sus padres y luego estaban la guerra y la depresión, tenían sus trabajos y otras responsabilidades, nunca llegaron a hacerlo.

Ven, ¡ahí está la dificultad! Querían querernos, pero nunca lo hicieron. La única manera de querer a un niño es dedicarle una enorme calidad y cantidad de tiempo, una enorme calidad y cantidad de tiempo con el niño, diez minutos al día no son suficientes. Los niños se consideran importantes en la medida en que las personas más importantes en sus vidas les dediquen su tiempo; si las personas más importantes en sus vidas, sus padres, solamente les dedican un poco de tiempo, los niños concluyen que esto se debe a que ellos son defectuosos, hay algo en ellos que es inherentemente malo y por eso sus padres no les dedican tiempo. Los niños no piensan de manera racional, piensan de manera puramente emocional, solamente piensan: “mis padres están aquí y me quieran. Si mis padres no me dedican su tiempo no me quieren.”

Así que, una o más de estas condiciones existían mientras usted crecía. Sus padres no se querían a sí mismos o no se querían el uno al otro o quizás nunca le quisieron a usted porque nunca pudieron hacerlo, aunque esa fuera su intención. Entonces habrá crecido en conjunción con una crítica destructiva que se llama “la culpabilidad”.

¿Qué es la culpabilidad? Pues, es la sensación de no valer mucho. ¿Cuándo nos sentimos así? Cuando las personas importantes de nuestras vidas nos critican continuamente y al mismo tiempo no recibimos el amor que necesitamos. Sentimos que valemos muy poco o que no valemos nada y una sensación de culpabilidad nos lleva sensaciones de inutilidad… inutilidad y culpabilidad.

La sensación de inutilidad, es el problema fundamental subyacente del siglo XX. La principal causa de enfermedad mental, es la fuente principal de los problemas en las relaciones, la fuente principal de enfermedades psicosomáticas, la fuente principal de la mayoría de los problemas que afligen a nuestra sociedad en este profundo sentimiento de culpabilidad e inutilidad que queda explícito he implícito en los pensamientos o la actitud “no soy lo suficientemente bueno. No soy… lo suficientemente bueno.”

Recuerden que hemos hablado del amor propio y lo importante que era. El amor propio significa: “me gustó, me gustó, me gustó, me gustó”. Las personas que han crecido con la crítica destructiva no solamente no se gustan; sino que sienten que no son lo suficientemente buenas para nada o para nadie y en muchos casos les atormenta el odio hacia sí mismos. Se odian, se odian o se condenan y verán que esto se manifiesta en sus conversaciones y se manifiesta en sus relaciones con los demás. Hay personas que se odian a sí mismas, aunque quieran tener buenas relaciones son sencillamente incapaces de tenerlas.

Las personas que no se consideran lo suficientemente buenas para nada, siempre lo manifiestan. Esto siempre será un problema.

¿Cuáles son los principales motivos de la culpabilidad? ¿De dónde, de hecho, viene la culpabilidad? Viene de tres fuentes negativas: padres negativos, influencias negativas o religión negativa; una de las tres. Cualquiera de las tres utiliza la culpabilidad y la culpabilidad se utiliza y se ejerce especialmente por los padres y las religiones por dos motivos:

  1. Primero, la culpabilidad se utiliza para Durante los años de crecimiento es la forma más fácil de castigar a alguien y de hacer que se sienta mal. Nuestros padres nos hacen sentirnos mal por medio del castigo físico o del abuso verbal, y el castigo es un buen modo de lograr la conformidad. El castigo es un buen modo de lograr que la gente haga lo que nosotros queremos.
  2. El segundo motivo para utilizar la culpabilidad cuando se practica conscientemente –y algunas organizaciones lo utilizan conscientemente es, para lograr un mayor control; especialmente un control emocional. Porque se puede controlar emotivamente a una persona por medio de la culpabilidad y manipular su comportamiento. Muchas organizaciones utilizan la culpabilidad como herramienta de control y manipulación. Si se puede controlar suficientemente a la gente se podrán lograr su dinero, su tiempo, su dedicación, se podrán exigir sus recursos, etcétera. Y muchas organizaciones utilizan el castigo, utilizan la culpabilidad como herramienta. Muchas organizaciones benéficas que se anuncian en la televisión, sobre todo las que se ocupan de los niños o de los minusválidos utilizan la culpabilidad. “Usted está tan bien, que debería sentirse culpable por lo que sufren estas personas” o “envíenos algo de dinero y así enviará su culpabilidad durante algún tiempo hasta que le incluyamos en nuestra lista de miembros”, etcétera. De modo que la culpabilidad es una norma.

¿Por qué es tan corriente utilizar la culpabilidad?

En primer lugar, casi todos las sufrimos en mayor o menor medida.

En segundo lugar, es fácil. La culpabilidad es fácil, ¿Por qué la utilizan los padres, porque nuestras madres nos hacen sentirnos culpables? Nuestras madres no pueden controlar por medio de la culpabilidad desde el otro lado de un cuarto lleno de gente, no pueden controlar por teléfono a miles de kilómetros de distancia. Los padres utilizan la culpabilidad con sus hijos, porque así lo hicieron sus padres y los padres de sus padres, ¡es facilísimo! No se necesita esfuerzo físico alguno, se puede hacer con una mirada o una palabra y como sabemos, la gente siempre hace lo que resulta más fácil.  Estén sobre aviso.

Nos han criado en un entorno donde se nos ha hecho sentirnos culpables (esto nos ha pasado a casi todos). Deben comprender que la culpabilidad es como una cloaca o una bacteria emotiva negativa instalada en la raíz de nuestro psique (o nuestro subconsciente) de la que surgen todas las demás emociones negativas: ira, odio, envidia, resentimiento, frustración y duda y miedo, etcétera y que las controla y las crea a todas, y la manera de eliminar de verdad ese núcleo consiste en exorcizarlo y erradicarlo por completo.

De modo, que eso es lo que haremos durante lo que queda de esta sesión.

En primer lugar, ¿Cómo sabe uno que ha crecido con sentimientos de culpabilidad? Bien, lo llamaremos “la manifestación adulta de la culpabilidad”. Podemos hacer la prueba de cuántas de las siguientes nos corresponden:

En primer lugar, la manifestación adulta de la culpabilidad es que uno tiene sentimientos de inferioridad, de inadecuación y de inmerecimiento. No cree merecer que le sucedan cosas buenas. Si una persona ha crecido con críticas destructivas y le han hecho sentirse culpable entonces cuando logra el éxito, incluso a costa de enormes esfuerzos siente una terrible tendencia más adelante a sentir que no lo merece; esto se conoce como “el miedo al éxito”.

El miedo al éxito no es más que otra manera de decir que la persona a la que se le ha condicionado para no sentirse lo bastante buena, se siente fatal cuando logra el éxito; se siente muy, muy intranquila. De hecho, si se les produce demasiada tensión, empezará a esnifar cocaína, a abusar del alcohol, a comportarse de manera autodestructiva. Tendrán una enorme sensación de ansiedad, como si alguien fuera a descubrirles.

¿Ya me comprenden? Como si alguien fuera averiguar que en realidad no son tan buenos; “sucedió por casualidad, fue un accidente y naturalmente, eso es lo que dice la gente: Pasó por chiripa, por casualidad, no sé cómo sucedió, la próxima vez lo haré fatal”; harán todo lo posible para alejarse de esta sensación de inferioridad y de inmerecimiento. Estén en alerta. “Fue un accidente y naturalmente, eso es lo que dice la gente: pasó por chiripa, por casualidad, no sé cómo sucedió, la próxima vez lo haré fatal”; harán todo lo posible para alejarse de esta sensación de inferioridad y de inmerecimiento. ¡Estén en alerta!

La segunda manifestación adulta de la culpabilidad es “la autocrítica destructiva”. Un poeta ha dicho que: “los que reciben el mal, devuelven el mal”. Los niños muy pequeños a veces con 2 o 3 años empiezan a destruirse, incluso a pegarse y castigarse físicamente si se les critica lo suficiente. Siempre están diciendo el equivalente de: “no soy lo bastante bueno, no soy nada bueno”. Y se castigan. De modo, que la crítica destructiva es un síntoma real de un sentimiento subyacente de culpabilidad e inadecuación.

La tercera, es que resulta fácil manipular la culpabilidad. La gente nos puede manipular fácilmente. De hecho, existen dos tipos de personas: están los que arrojan culpabilidad y los que la recogen y ambos se atraen entre sí invariablemente, y por supuesto el que la arroja es el que se identifica con el progenitor que arrojaba culpabilidad y el que le recoge es el que se identifica con el progenitor que la recogía. Pero los dos tipos se juntan, se equilibran, se establecen, crían una nueva generación de arrojadores y atrapadores de culpabilidad. Pero se puede ver de inmediato que es fácil manipular por medio de la culpabilidad, porque hemos sido condicionados para ello. Su jefe puede manipular la culpabilidad, una persona en un autobús también, una azafata puede hacerlo.

Hay que prestar mucha atención a este extremo.

La cuarta manifestación de la culpabilidad es que se la utiliza. Se utiliza la culpabilidad y el reproche de manera muy extensa ¿Por qué? Pues, porque al igual que nos los aplican, lo aplicamos. Parece un intercambio justo.

La culpabilidad y el reproche se utilizan, se convierten en la base de nuestra relación con los demás. Cuando algo va mal, lo adjudicamos. Cuando algo va mal, culpamos a los demás. En cuanto hay un problema miramos a nuestro alrededor para ver a quién podemos culpar.

Hace unos años, se hizo un experimento muy interesante en televisión. Se puso un charco helado en el suelo, allí donde no debería haber ninguno puesto que no hacía mucho frío; se congeló el charco y se observó la reacción de los peatones. Los que pasaban por allí, al resbalar sobre el hielo recuperaban el equilibrio, se volvían y lo primero que hacían era mirar fijamente a la persona más próxima (como si estuvieran furiosos con ella); en otras palabras, buscaban a alguien a quien culpar. Si no había nadie en un radio de 4 o 5 metros, recuperaban el equilibrio, miraban a su alrededor, no veían a nadie, daban una patada al suelo y se alejaban.

Verán, nuestra tendencia natural cuando algo va mal es buscar algo o alguien a quien culpar, sobre todo si nos han criado culpándonos continuamente.

Y la quinta manifestación, es lo que se denomina el lenguaje de la víctima.

Recuerden, hemos hablado de la ley de la concentración, dice: “Aquello en lo que centramos nuestra atención crece”. También dice: “Si se utiliza el lenguaje de la víctima se mantienen vivas las culpabilidades, se refuerzan, se elaboran, se utilizan”.

El lenguaje de la víctima es lenguaje del “no puedo, no puedo, no puedo”. Cada vez que uno dice: “no puedo, no puede, no puedo”, está transmitiendo un mensaje a su mente subconsciente. La mente subconsciente percibe que está desvalido, que no controla la situación, que es una víctima. De modo, que cuando verdaderamente llega a querer hacer algo, su mente subconsciente le retransmite su propio mandato y le dice “no puedes, no puedes, no puedes”.

Lo segundo que se dice es: “tengo que hacerlo, tengo que hacerlo”. Una vez más no controlo la situación, yo no mando.

Pero, hay otras expresiones del lenguaje de la víctima con las que hay que tener cuidado. Una es: “lo intentaré, sea lo que sea lo intentaré”. ¿Qué significan las palabras “lo intentaré”? Les diré lo que significan: significan “voy a fracasar y lo digo de antemano para que no me puedas recriminar”. En otras palabras; usted dice: “intentaré llegar a tiempo”. Pero lo que está diciendo es que probablemente llegará tarde y que no se lo podrán recriminar porque dijo que lo intentaría.

Cuando alguien dice: “lo intentaré”, están excusando su fracaso de antemano. Si va al médico y éste le reconoce de arriba abajo, le mira bien y le dice: “verá, está fatal, le vamos a tener que hacer una intervención quirúrgica de triple bypass e ingresarle ahora mismo, me sorprende que siga aún con vida”. Usted contesta: “¡vaya doctor!, espero que haga un buen trabajo” y él le dice: “lo intentaré”. Él dice: “lo intentaré”. [Persona 1]: “espere un momento, quizás debería pedir una segunda opinión”.

Usted va a un abogado,  le han acusado de algo, va a un abogado. Le presenta su caso y le dice: “¿me defenderá?” Y él contesta: “lo intentaré.” ¿Qué está diciendo? Está diciendo: “mire he examinado el caso y por lo que veo no hay muchas esperanzas, pero lo aceptaré de todos modos, lo intentaré” (esos son los que piden que se les pague por adelantado).

Por tanto, otra expresión que no debe utilizar es la expresión “lo intentaré”. Lo que tiene que decir es: “lo haré o no lo haré”; no “lo intentaré”. Si hacemos una llamada de negocios y le preguntamos a alguien si podemos obtener esto o aquello, cuando nos dicen: “intentaré que lo reciban el viernes o intentaré tenerlo a tiempo”; sabemos al momento que nos están diciendo que quieren escurrir el bulto, que no lo van a hacer. Por tanto, nunca aceptamos la expresión “lo intentaré” ¡O se hace o no se hace! y queremos una garantía. Si es necesario, iremos a recogerlo. Cuando nos dicen: “lo intentaré”; lo que están haciendo es escurrir el bulto. Ténganlo en cuenta.

Las otras palabras son: “me gustaría”. Se dice, que esto constituye un deseo o una meta sin energía que la impulse. “Me gustaría” ¿Qué significa me gustaría? Me gustaría significa que, quisiera lograr algo, pero que sé que nunca lo conseguiré.

Cuando uno dice: “me gustaría poder adelgazar” ¿Qué quiere decir? Las palabras que quedan sin decir son: “pero sé que no puedo”. ¿Por qué no puede? Por las excusas que se inventa, su metabolismo y los problemas y todo lo demás. Siempre hay una razón, porque tiene que cenar fuera, etcétera. “Me gustaría dejar de fumar, me gustaría estar en forma, me gustaría, me gustaría”.

Siempre que utilice las palabras “me gustaría” está indicándole a su subconsciente que esto es algo que usted cree imposible de lograr o de obtener. Entonces su subconsciente lo rechaza como meta y no le suministra a usted ninguna energía, ninguna motivación, ningún impulso o deseo de lograrlo.

Así que ponga mucho cuidado en el lenguaje de la víctima. Esté al tanto en cuanto a “sí, pero…, lo haría, pero”. Si alguien dice: “¿Por qué no haces esto?” Usted contesta: “sí, pero…”. La palabra “pero” es como una gran goma de borrar.  Cuando alguien le dice: “sabes que podrías ganar más, producir más, ser una persona mejor o más feliz o adelgazar o cualquier otra cosa”. Y usted contesta: “sí, pero…”, lo que usted está diciendo es que está borrando toda la frase precedente. Usted envía a su subconsciente un mensaje que dice: “no es posible”. Y no hace esfuerzo, no dedica ninguna energía, no compromete ninguna capacidad en el logro de esa meta.

De modo, que quienes han crecido con un sentimiento de culpabilidad cuentan con cinco características de adultos:

  1. Una, es que se sienten inferiores, inadecuadas. Sienten que no merecen que le sucedan cosas buenas. ¡Tengan cuidado con esto!
  2. La segunda, es que se ponen a sí mismos por los suelos. Continuamente utilizan la autocrítica destructiva.
  3. La tercera, es que utilizan la culpabilidad y el reproche para sí y para los demás.
  4. La cuarta, es que son fáciles de manipular por medio de la culpabilidad.
  5. La quinta, es que utilizan el lenguaje de la víctima.

Así que veamos ¿Cómo nos deshacemos de la culpabilidad?

Resulta sorprendente lo bien que se borra este encerado; ¡qué barbaridad! Desaparece por completo, tenemos una especie de varita mágica que uso cuando voy y me siento en esa mesa.

Bien, ¿Cómo nos deshacemos de la culpabilidad?

Deshacernos de la culpabilidad, he aquí el proceso consta de algunos puntos esenciales:

El primero arriba en la lista; elimine la autocrítica. Elimine la autocrítica destructiva; en otras palabras, nunca diga nada que constituye una crítica destructiva de usted mismo. “¡No lo diga!” Esta es la regla básica: el subconsciente acepta lo que usted diga que es verdad, como si fuera un mandato. Lo que debe hacer es no decir nada sobre usted que no desee sinceramente que sea verdad.  No diga: “estoy gordo, estoy cansado”. No diga: “no puedo, tengo que hacerlo”. No diga nada, a no ser que quiera que sea verdad.

Las palabras que hacen referencia a usted mismo son las que su subconsciente percibe como mandatos, menos cuando dicen: “me gustaría” o “lo intentaré”. Así que, elimine la crítica destructiva. Siempre hable de usted mismo en términos positivos; “me gusto, me gusto, me gusto, lo puedo hacer, lo haré, elegí hacerlo”. Pero no digan “no puedo”, etcétera.

Número dos, niegue a ser manipulado por la culpabilidad. Niéguese, porque cada vez que permite que alguien le manipule con la culpabilidad ¿Sabe lo que sucede? Usted refuerza y fortalece la influencia de la culpabilidad en su vida.

De pequeño, me críe en una familia influida por la religión negativa. De hecho, mi madre que Dios la bendiga, era cinturón negro en culpabilidad y se le daba de maravilla (tardé años en librarme de esto). Cuando me casé con Bárbara, resulta que su familia era del mismo tipo. Así que, tenemos una respuesta, tenemos una respuesta preciosa para cuando uno u otro caemos en las antiguas costumbres; decimos: “¿No intentarás hacerme sentir culpable verdad?”. Es una forma preciosa de hacerlo, sencillamente diga: “¿no intentarás hacerme sentir culpable verdad?” Y niéguese a permitir que le manipulen con la culpabilidad.

El número tres es: niéguese a utilizar la culpabilidad o el reproche, y anuncie que no piensa utilizarlo. Niéguese a usarlo con los demás y haga que sus hijos, su cónyuge, hagan lo mismo. “¿No intentas hacerme sentir culpable verdad?” Repítalo una y otra vez.

A veces digo: “¡si, lo intento!” y entonces usted contesta: “no va a funcionar, ya no funciona”.

Porque verán, la culpabilidad sólo funciona mientras uno no se da cuenta de que se la están aplicando.

El número cuatro es lo que llamamos “la ley del perdón”; esta es la más importante de todas (en realidad, es el núcleo de esta sesión). La ley del perdón dice sencillamente que: “uno está sano en su mente en la medida en que pueda perdonar y olvidar las ofensas que le han hecho; que su capacidad de perdonar, es el principal determinante de su felicidad y éxito en la vida”.

Su capacidad de perdonar a los demás y olvidar las antiguas ofensas es el factor individual más importante de si usted es o no, un adulto plenamente integrado, que funciona bien. Porque la tendencia al reproche y el resentimiento, es una tendencia patológica infantil que todos los enfermos mentales poseen. Y la capacidad de olvidar el resentimiento, de perdonar plenamente, es la marca del ser humano verdaderamente iluminado.

Ahora bien, eso lo aceptan como una verdad. Hay cuatro personas a las que deben perdonar:

Primero, perdonen a sus padres. Perdonen a sus padres por todo lo que hayan hecho que les pueda haber hecho daño. Casi toda nuestra investigación indica que prácticamente todos nuestros problemas de adultos se derivan de la incapacidad o de la negativa a perdonar a nuestros padres por algo que hicieron ellos que nos hizo daño. Perdónenles al cien por cien, escríbanles, llámenles por teléfono, díganselo.  O por lo menos perdónenles en su corazón, pero perdonen a sus padres.

Segundo, perdonen a los demás; perdónenles a todos. Perdonen a todo aquel que de algún modo les haya hecho daño alguna vez, olvidando. Hay quienes dicen: “no puedo perdonar a tal persona… lo que me hizo”. Recuerden esto, el perdón es totalmente egoísta. El perdón no tiene nada que ver con los demás, solo tiene que ver con su propia serenidad y con la garantía de su integridad mental.

Tercero, perdónense a ustedes mismos. Perdónense todas las cosas malas, insensatas, absurdas, estúpidas que se han hecho; porque todos y cada uno hemos hecho cosas malas, insensatas, absurdas, ridículas. Pero, perdónense al cien por cien.

Y por último, el punto final es: Si han hecho algo que haya hecho daño a otro vayan y pídanle perdón. Es increíble el número de vidas que año tras año quedan destruidas por personas que no tienen la fuerza visceral, el valor de decir “lo siento”.

Una de las cosas más importantes en la vida es desarrollar el carácter. Desarrollamos el carácter en la medida en que hacemos cosas que nos resultan difíciles, en la medida en que hacemos cosas que sabemos que son correctas, aunque sepamos que son difíciles, sobre todo difíciles desde el punto de vista emocional. Y la clave para deshacerse de la culpabilidad, la clave para llegar a ser una persona que funciona plenamente es: perdonar a los demás.

Perdonen a las personas con las que ha tenido una relación, perdonen a sus anteriores patronos, perdonen a los amigos que les han hecho daño, perdonen a las inversiones que han salido mal, perdonen a los jefes que les han despedido, perdonen a sus padres, perdonen a todo el mundo. Desarrollen su actitud hacia la vida que haga que se nieguen a sentir rencor contra nadie. Repítanse una y otra vez “se lo perdono todo, se lo perdono todo… se lo perdono todo” y olvídense.

La clave para liberarse a uno mismo de las emociones negativas, consiste en negarse en redondo a mantener cualquier sentimiento negativo.

Recuerden, es un acto totalmente egoísta. Puede ser tan egoísta como quiera, pero el acto del perdón le libera a usted y a la otra persona y garantiza que usted avanzará rápidamente hacia la realización de su potencialidad.

Recuperar password

Escribe tu email.
El sistema te envia un nuevo password a ese email.